jueves, 22 de septiembre de 2011

Gracias a una herencia envenenada.

Aún no han llegado a La Moncloa y ya están haciendo pucheros, lloriqueando y justificando lo inevitable: nos esperan tiempos muy duros y vamos a ser nosotros los que los vamos a sufrir.

Una de las cosas que más me incomodan de Rajoy es que es un hombre simple, con una profundidad de pensamiento similar a la de un charco. Todo lo que dice es de una obviedad vergonzosa.

Rajoy dijo aquello de que "la única forma de acabar con el paro es crear empleo".

Hoy, en la última intervención parlamentaria de José Luis Rodríguez Zapatero, le ha dicho:
«Señor presidente, deja usted una herencia envenenada»
Casi cinco millones de parados -2.452.000 millones más en la segunda legislatura-, una tasa de desempleo juvenil por encima del 45 % y más de 700.000 millones de euros de deuda -250.000 millones más desde el 2004. Son datos que Rajoy ha arrojado a la cara de Zapatero el último día de éste. Datos ciertos, indiscutibles. Zapatero ha pretendido justificarlos: el mundo, y especialmente la zona euro, está padeciendo la mayor crisis de los últimos 80 años.

Sí, es cierto. La herencia que recibirá Rajoy es nefasta. ¿Piensa Rajoy que, en caso contrario, podría ganar las elecciones que ya ha perdido en dos ocasiones?

Es precisamente esa herencia envenenada la que va a hacer posible que se siente en el sillón de La Moncloa.

Así que déjese de lloriqueos preventivos, señor pre-Presidente.

3 comentarios:

Juan L. Trujillo dijo...

A alguien local que se quejaba de la herencia recibida, ya le he contestado: "por eso los han elegido, para solucionarlo"
La cantidad de salmodias que nos esperan.
Un abrazo.

ruedademolino dijo...

Este será el tercer y último intento. A ver si ahora consigo publicar el comentario.

Saludos

ruedademolino dijo...

Bueno, veo que por fin he conseguido publicar un comentario. Siento ser tan torpe. Efectívamente, Álex, es una obviedad lo que dice Rajoy.
Esperemos que no lo sean las amenazas de tanganas y manifestaciones, más o menos violentas, que dicen que nos esperan.