viernes, 15 de abril de 2011

Nunca dije prohibido prohibir.

Es lo que ocurre cuando se les llena la boca de demagogia.

Hace tan solo unas semanas descubrieron el viejo eslogan de mayo del 68 (aquel que ni olieron), lo sacaron de contexto y lo lanzaron a los cuatro vientos para presumir de ser gente moderna, permisiva, comprensiva, democrática... guays:

"Prohibido prohibir", se creyeron originales.

Pero, a la primera de cambio vuelven a su primitivo ser. Sobre todo si le tocan lo más sagrado, y nunca mejor dicho.

Gallardón, el progre alcalde de Madrid (desenmascarado por diversos hechos), se empeñó en prohibir una procesión atea organizada, entre otros colectivos, por la Asociación Madrileña de Ateos y Librepensadores (AMAL). La presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, ha considerado "muy acertada" -tomen nota, es una novedad- la medida de la Delegación del Gobierno de Madrid de prohibir el acto, pues considera que no debe resultar gratis ofender a los católicos.

Y, para rematar el despropósito, una jueza ya ha abierto diligencias contra los convocantes de una manifestación que todavía no se ha llegado a celebrar. Diligencias preventivas... censura previa...

Esperemos que tampoco resulte gratis ofender a los ateos, que tienen exactamente los mismos derechos civiles que los creyentes. Entre esos derechos, el de la libertad de expresión y el de manifestarse en la vía pública.

Sin embargo, como ateo que soy, les daré mi opinión, suponiendo que a alguien, llegado a este punto, pudiera interesar.

La convocatoria de AMAL me parece una provocación. Para empezar, me resulta paradójico que haya una asociación de librepensadores. Pero es otro tema.

Es cierto que los fieles de la fe católica invaden durante varios días nuestras calles y avenidas de pueblos y ciudades con sus manifestaciones religiosas. Calles y avenidas que son de toda la ciudadanía. Pero es que ellos, los católicos, también son ciudadanos.

Por otra parte, no es menos cierto que las procesiones de la semana santa forman parte indiscutible del paisaje de nuestro país, de nuestra tradición y -también- de nuestra cultura. Y, si tenemos alguna duda, no olvidemos la procesión de los Salzillos en Murcia. Y todo eso sin necesidad de torturar a un astado.

El anhelo de conseguir que España sea un estado laico de hecho tiene a lo largo del año multitud de oportunidades: desde dejar de subvencionar con dinero público los colegios religiosos hasta exigir la derogacion del concordato con la Santa Sede.

Si realmente queremos reivindicar nuestro ateísmo e incluso nuestra protesta o indignación por el hecho de que unas procesiones católicas trastocan durante unas horas la circulación y destroza la frecuencia del transporte público, pensemos que eso mismo ocurre varias veces al año, desde el carnaval hasta las fiestas patronales o el concierto de los 40 principales. Y siempre que hay fútbol. Hemos tenido toda la cuaresma para hacer públicas nuestras protestas. Esperar al jueves santo huele a provocación: que no cuenten conmigo.

Yo también prohibiría esa "procesión atea", a pesar de ser ateo. Pero es que yo nunca dije aquella bobada de Prohibido Prohibir.

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