"La Semana Santa es tiempo para no hablar de hipocresías ni ser hipócritas".
Lo dijo Mª Dolores de Cospedal, candidata del PP a la presidencia de Castilla-La Mancha, minutos antes de asistir a la procesión y a la misa del pasado Domingo de Ramos en Guadalajara.
Sabemos que la profesión de político tiene como una de sus principales características el buen manejo de la hipocresía. En esto Cospedal, como muchos otros, es experta.
Ella, como buena católica, dice que hay que hacer un paréntesis en Semana Santa, que es tiempo para "ir con la verdad", aunque los ciudadanos preferiríamos que ella, como todos, fueran siempre con la verdad por delante, no solo una semana al año. Demasiado pedir.
Pero es que Mª Dolores de Cospedal ni eso. Ella, como buena católica, debería tener presente -a pesar de su profesión- el Octavo Mandamiento: "No levantarás falsos testimonios ni mentirás". Según el Catecismo católico, "el octavo mandamiento prohíbe falsear la verdad en las relaciones con el prójimo [...] Las ofensas a la verdad expresan, mediante palabras o acciones, un rechazo a comprometerse con la rectitud moral [...]" (Catecismo de la Iglesia Católica #2464)
Hoy mismo, Cospedal ha afirmado que "haber puesto vigilancia a una persona que ha cometido 22 asesinatos habría sido lo lógico", falseando la verdad en Viernes Santo respecto a lo ocurrido con el etarra Troitiño. Y algo peor todavía: en su intento de desgaste a cualquier precio, atacando al Gobierno de España en vísperas electorales, utilizando el terrorismo de manera inmoral.
La respuesta a estas acusaciones del PP es bien clara:
"El Ejecutivo ha actuado con absoluta diligencia una vez que el juez le dio la orden de que lo hiciera, cursando la orden a Interpol y a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, pero el Gobierno no puede vigilar a persona alguna si no es con autorización judicial, so pena de cometer una actividad delictiva".
Quien afirma esto no es otro que Mariano Rajoy en 2002, siendo Ministro del Interior, en una rueda de prensa con motivo de la fuga de José Antonio Urrutikoetxea (Josu Ternera).
Pero ¿qué importa? La falsedad ya ha sido esparcida convenientemente por toda la prensa y asimilada como cierta por gran parte de los electores, estupefactos por la huida de Troitiño. Mañana, Sábado de Gloria, Cospedal se confesará, comulgará y como nueva.