Siempre me gustaron las tertulias radiofónicas. Desde que tengo memoria escucho las de Hora 25, disfrutando con el ingenio de Miguel Ángel Aguilar y sus divertidos enfrentamientos, siempre inteligentes, con el añorado Carlos Mendo, que ponía el contrapunto desde su visión neoliberal de las cosas.
Tertulianos opinando |
Pero debo reconocer que ahora todas las tertulias -más todavía las televisadas- me aburren por la sencilla razón de que no solo no me sorprenden nunca, sino que no me aportan nada.
Normalmente empieza el moderador, convertido ahora en animador a favor de parte interesada, presentando a los contertulios. Sea cual fuere el tema a debatir, sabemos de antemano las posiciones de cada cual, incluso sus argumentos.
Parecería que, en lugar de ser periodistas independientes, estuvieran a sueldo de Ferraz o de Génova. Y da lo mismo que sea la ley del tabaco o la reducción de los límites de velocidad, o la eutanasia o el aborto, o la educación para la ciudadanía, o la energía nuclear, o el urbanismo, o las bicicletas, o la misma televisión... Los argumentos son los mismos en una emisora y en otra, en una u otra cadena, a un lado y al otro, sin importar siquiera el nombre del periodista.
No he encontrado ni a un solo periodista afín al PP que esté a favor de la ley del tabaco o a otro simpatizante del PSOE en contra de la reducción de los límites de velocidad en nuestras autopistas. Y viceversa.
Les pondré un ejemplo de una tertulia del pasado viernes.
Circulando por una autopista |
Pocas horas después de que el gobierno comunicara la decisión de rebajar a 110 km/h la velocidad en la las autopistas, los tertulianos del ala izquierda ya eran capaces de cuantificar los miles de millones de euros que tal medida suponía de ahorro para las arcas del Estado. Y añadían que a fin de cuentas tampoco hay tanta diferencia entre 120 y 110. Si alguna vez hubieran conducido por una autopista sabrían de la casi imposibilidad de mantener el vehículo a esa velocidad.
Pero al otro lado, en el ala derecha, no se les caía la cara de vergüenza al acusar al gobierno de limitar una vez más las libertades del ciudadano obligándole a conducir a una velocidad máxima determinada (como si hasta ahora hubiéramos podido circular a cualquier velocidad). Gobierno liberticida, venían a decir. Y su propuesta era curiosa: prohibir circular los domingos en función de las matrículas. Pensé que al menos los otros me dejan circular todos los días, aunque despacito, porque éstos ni eso.
¿Qué habría pasado si todo hubiera sido al revés?
Se llaman a sí mismos generadores de opinión. Yo los veo como loritos al servicio de intereses partidistas.
Viñeta de El Roto en El País |
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