Uno podría esperar de los ciudadanos de un país desarrollado y democrático el interés por estar bien informado y, de esa manera, poder opinar con criterio. Para ello sería conveniente disponer de uno o varios medios de comunicación de cabecera, cuyas líneas editoriales coincidieran en mayor o menor medida con el pensamiento de cada cual.
Pero para conformar una opinión verdaderamente libre e independiente, sería necesario, además, echar algún vistazo a otros medios discrepantes con nuestra forma de pensar. De lo contrario, nos convertimos en meros peleles, hooligans fanatizados al servicio de intereses espurios del periodista y del medio. No en vano, estos periodistas se han bautizado a sí mismos como generadores de opinión.
Es entonces cuando nos damos cuenta de cuáles son los medios que podemos considerar serios y los que son simplemente panfletos amarillistas que alimentan el fanatismo de gente con pocas luces pero muy vociferantes.
Les invito a repasar la forma en que los medios progubernamentales trataron el anuncio de la enfermedad de Esperanza Aguirre, su convalecencia y su regreso. No solo no se han burlado de la presidenta madrileña sino que todos, incluso los más críticos con ella, han manifestado solidaridad y el deseo de una pronta recuperación total.
Y ahora les invito a que hagan el mismo repaso en los medios antigubernamentales en relación a la enfermedad que ha llevado a Rubalcaba a ser ingresado en la UCI.
Dice Carlos Dávila, director de La Gaceta: "Tantas veces ha sido Rubalcaba el enfermo imaginario que cuando al parecer no lo es -y yo mucho lo lamento- cuesta creerlo del todo."
Y Jiménez Losantos dice en su radio por la mañana: "Yo creo, [titubeos] eehh, valga la metáfora, Rubalcaba es un cáncer de la democracia, y hay que extirparlo cuanto antes."
Y después escribe en Libertad Digital: "Desconozco si Rubalcaba está enfermo o lo finge [...], ni sé si tiene dañado el páncreas, la próstata o sólo la ética, que está moribunda [...] Yo deseo la curación de Rubalcaba, pero no por caridad sino por simple razón de justicia: tiene que sentarse en el banquillo por el caso Faisán."
Losantos siempre me pareció un sinvergüenza sin ética ni principios ni dignidad. Ahora lo vuelve a demostrar. El ejemplo más claro de periodismo-basura. Ha traspasado la frontera para convertirse en el paladín del periodismo-mierda. Su éxito cuando estaba en la Cope hizo que florecieran montones de plataformas (televisivas, escritas y, sobre todo, digitales) que compiten en ese tipo de pseudoperiodismo que alimenta a hooligans tan ignorantes como fanatizados que solo se informan (o eso creen) a través de esos medios excluyentes. Y, como prueba, basta leer los comentarios que suscitan esas informaciones.
Por tanto, ¿quién es el culpable? ¿El que vende mierda o el que la compra?
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