La catástrofe del Japón ha traído a la primera línea del debate la energía nuclear. Como en todos los demás temas, los españoles en general y los opinadores profesionales en particular nos hemos convertido en auténticos expertos en la materia, y opinamos o pontificamos con gran soltura y mayor desparpajo. Y, como en todos los demás temas, importantes o nimios, no hallamos términos medios, dudas razonables.
Yo sí. Yo estoy con Arturo González en que "quienes no tenemos un pariente que nos asesore en lo nuclear debemos acudir a la lógica de la ignorancia, o, como mucho, del sentido común".
Y, entonces, ir haciéndonos una idea.
También podemos recurrir a lo que opinan otros con más preparación que uno mismo, que por eso las suyas generan opiniones en los ciudadanos de a pie, que somos los que con nuestros votos decidimos los gobiernos (más o menos). Cribarlas y separar lo válido de la basura o la ponzoña ya es tarea personal de cada uno.
Algunas opiniones son, de entrada, totalmente nauseabundas. Alejo Vidal-Quadras, catedrático de Física Nuclear y eurodiputado del PP, ha escrito: "Si se analiza fríamente lo que está sucediendo en la central de Fukushima, el coste en vidas humanas en el peor escenario posible será insignificante comparado con la mortandad infligida por la suma del seísmo y el maremoto" [VER].
Otros pretenden, como siempre, llevar el ascua a su sardina, venga o no venga a cuento, con esa obsesión enfermiza que les caracteriza en cada línea que escriben.
En La Razón puede leerse: "Como era de esperar, los prejuicios de la izquierda trasnochada contra las centrales han aparecido para agitar su eterna campaña y pescar en río revuelto".
Naturalmente, para ellos solo existe la cuestión derecha-izquierda. Sin embargo, ¿quién ha dicho que la situación es apocalíptica? Günther Oettinger, comisario de Energía de la UE desde el pasado febrero y líder de la CDU (Unión Cristiano-Demócrata Alemana) de Baden-Wurtemberg. ¿Cómo podemos interpretar las portadas de estos dos diarios que no son precisamente de la izquierda trasnochada?
Observen, además, que en su portada, La Razón titula que el Gobierno sentencia a Garoña y revisará la seguridad de las centrales. ¿Algo diferente a lo que ha hecho Merkel en Alemania, Fillon en Francia o Putin en Rusia? [VER] ¿Qué dirían estos mismos apocalípticos si Zapatero no tuviera intención de revisar las centrales nucleares españolas? Se lo pueden imaginar.
El editorialista de La Gaceta, por su parte, en ese tono siempre faltón e insultante, afirma: "Lamentablemente, la izquierda está desarrollando un debate ideologizado y demagógico para arremeter contra este tipo de energía [...] La izquierda perroflautista y antinuclear está de enhorabuena para ‘vender' sus ruinosos molinillos".
Su director, Carlos Dávila, que por culpa de sus sectarias fijaciones anda bastante despistado y siempre toca la misma flauta sin ninguna duda razonable, dice refiriéndose a los que él llama boberas del ecologismo sufragado: "[...] estos palmeros de la tragedia están perorando ‘apocalipsis' en la sabiduría que es la única bandera que le queda ya a la izquierda de los Bardenes y su cuadrilla".
Me parece más sensato el editorial de El País, donde se escribe que "no sería prudente tomar decisiones irreversibles o que marcaran el futuro por décadas en una situación de conmoción, con grandes incertidumbres sobre lo que en realidad ha pasado en Japón".
Yo prefiero quedarme con la reflexión que hacía Arturo González desde el ala izquierda: "¿Debemos oponernos a la energía nuclear por si acaso? ¿No es más congruente exigir la seguridad máxima, sin caer en la duda por imprevistos no imaginados? ¿No es más serio exigir rigor en la fabricación, mantenimiento y control? Comparamos Fukushima con Chernóbil, pero ¿cumplía Rusia, desde la chapuza, tales exigencias? Lo único que a nivel científico se sabe es que la energía nuclear es inocua si se controla bien".
Ya ven, sin necesidad de insultar ni faltar el respeto a nadie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario